viernes, 19 de septiembre de 2008

LAS COSAS COMO SON Nº 59

Días pasados, el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, reconoció que su administración no va a poder cumplir con la promesa de ampliar la red de subtes en la Ciudad de Buenos Aires.

En el transcurso de la campaña electoral, quien finalmente ganó las elecciones, había prometido construir 10 km. de subtes por cada año de gestión. Una vez en el cargo, se ajustó el anuncio a 27 km. en total durante los cuatro de gobierno.

Hoy, Macri dice que –por culpa del gobierno nacional- esa promesa de campaña no va a ser posible.

Haya o no haya algo de responsabilidad de la administración nacional, el punto de discusión no debe ser ese. Sino, que en la campaña electoral se prometan cosas que luego no se van a cumplir.

O sea: lo único importante es que me voten; después, veo que hago. O como señaló Carlos Menem oportunamente: “si decía lo que iba a hacer, no me iban a votar”.

Los argentinos no podemos ser moneda de cambio del humor de una clase política mal acostumbrada a prometer e incumplir sin pagar costos por eso.

Prometer obras de ampliación de los subtes –importantísimo para miles de porteños- y luego decir que por culpas de otros no lo voy a hacer, merece nuestra atención.

Porque ahora: cuál otra de las promesas de campaña va a incumplir el jefe de gobierno porteño, porque está peleado con los Kirchner?

La clase política debe aprender las lecciones y recordar que en el año 2001, la sociedad pedía “que se vayan todos”. Pero siguen los mismos.

Cuántos problemas de memoria padecemos los argentinos.


Pablo de León

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