viernes, 5 de septiembre de 2008

LAS COSAS COMO SON Nº 57

Los servicios públicos en la Argentina no son precisamente un ejemplo de lo que es servir al pueblo.

Usuarios y consumidores son casi malas palabras en nuestro léxico: reclamar por eficiencia es una quimera, un sueño ajeno a nuestra cotidianeidad.

Los sucesos en las estaciones de Merlo y Castelar resultan una suma de desagradables hechos, desencadenados por múltiples responsabilidades, a las que no escapan el ciudadano común.

Como si habláramos de la suciedad en las calles, eximiéndonos nosotros de cualquier responsabilidad.

Ninguna persona tranquila y serena, en camino a su trabajo, incendia un tren que se demora en su recorrido. La fuerza pública no puede demorar una eternidad cuando se la notifica de un hecho complejo en el que debe actuar.

Una empresa no debe justificar las demoras y el mal servicio en que el problema está en los crecimientos demográficos, cuando reciben del Estado, subsidios cada vez más polémicos.

Y el Estado no puede permitir que existan entes reguladores que son una mentira, una cáscara vacía que sólo le generan al erario público, millonarios gastos sin utilidad alguna.

Todos estos elementos conforman un complejo rompecabezas que debe ser resuelto. Que cada sector se haga cargo de su parte.

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